He tenido la oportunidad de participar en algunos proyectos informales de diseño, como para practicar y aprender, y en todos he terminado con esta idea de que el cliente es en efecto, un ser humano, al que hay que educar y guiar hacia la mejor forma de comunicar lo que quiere expresar. Muchos llegan con ideas muy locas, que si bien podrían ser atractivas, no se ajustan al objetivo que se quiere lograr y es ahí donde la regla “el cliente siempre tiene la razón” se rompe. Hay que tener mucho amor a lo que se hace y paciencia para poder llegar al mejor acuerdo.
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