Llevar la inteligencia emocional a la vida profesional es vital para lograr potenciarnos como profesionales, pues sin lugar a duda, entender nuestras emociones de manera asertiva y significativa, nos permite identificar situaciones y circunstancias de la mejor manera, sin lastimarnos a nosotros mismos o a terceros.
Al tener una inteligencia emocional en condiciones óptimas, nos hacemos más productivos al tiempo que mejoramos la empatía con nuestros compañeros(as), a su vez, que el clima laboral se armoniza y entonces, todo fluye de manera positiva al tiempo que se activa un interés por gestionar el trabajo colaborativo, se desvanece el egoísmo y las críticas negativas del ambiente.
En contraste, cuando no hay una inteligencia emocional productiva y/o positiva, no fluimos y así pues, podemos lastimar a quienes nos rodean, a su vez, no se genera una empatía adecuada y por consiguiente, no habrá evolución ni en nosotros mismos o el entorno empresarial.
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