¿Cómo gestionar y mitigar riesgos en tu organización?
La gestión de riesgos es crucial para cualquier organización que desee proteger sus activos y operaciones. Una vez que identificas y mides un riesgo, el siguiente paso es tomar medidas para mitigarlo. Esto se hace mediante la implementación de controles que transforman riesgos en oportunidades para optimizar procesos y proteger la seguridad de la información. Vamos a explorar cómo lograr esto según la norma ISO 27001, basada en la ISO 31000, y qué tipos de controles son más efectivos.
¿Qué es un control según la norma ISO 27001?
Un control es una política, dispositivo, práctica o cualquier acción que puedas implementar para modificar un riesgo. El objetivo del control es reducir, aunque nunca eliminar por completo, el nivel de riesgo a un estado más manejable.
Ejemplos de controles incluyen:
- Políticas: Definir reglas claras de acceso y horarios para el trabajo.
- Tecnología: Implementación de software que automatiza procesos y controla accesos.
- Disuasivos: Elementos como cámaras de seguridad para prevenir malas prácticas.
¿Qué tipos de controles existen y cuándo usarlos?
Para implementar efectivamente controles en tu organización, debes entender los diferentes tipos de controles y su propósito:
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Controles preventivos: Se anticipan a los eventos antes de que sucedan. Por ejemplo, bloquear puertos USB para prevenir la fuga de información.
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Controles detectivos: Permiten identificar quién cometió un acto luego de que ha ocurrido. Un ejemplo común es el uso de logs o bitácoras de auditoría.
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Controles correctivos: Buscan restaurar el sistema afectado. Por ejemplo, restaurar un backup después de un fallo.
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Controles disuasivos: Aunque no están oficialmente en la ISO 27001, son comunes. Funcionan como las cámaras de seguridad que evitan la mala conducta simplemente con su presencia.
¿Cómo elegir el tipo correcto de control?
A la hora de elegir un control, la automatización es clave. Según la norma ISO 27001, los controles se clasifican en:
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Controles automáticos: Totalmente gestionados por sistemas tecnológicos, reducen notablemente el error humano.
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Controles manuales: Dependen principalmente del factor humano, lo cual puede aumentar las posibilidades de error.
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Controles semiautomáticos: Combinan intervención humana con sistemas, pero aún presentan posibilidades de fallas.
El ideal es que la mayoría de tus controles sean automáticos para asegurar mayor precisión y eficacia. Apunta a que aproximadamente el 80% de tus controles sean automáticos, dejando una combinación menor de controles semiautomáticos y manuales.
¿Qué hacer con el riesgo residual?
Siempre habrá un riesgo residual, el cual es el riesgo que permanece después de aplicar los controles. Aunque sea inevitable, el objetivo es que este riesgo residual sea mucho menor que el riesgo inherente original. La constante revisión y mejora de los controles son indispensables para continuar minimizando este riesgo.
Implementar un sistema robusto de gestión de riesgos no solo protege a tu organización sino que también mejora la eficiencia operativa en general. Continúa aprendiendo sobre estos temas y busca siempre afinar tus estrategias de mitigación de riesgos para asegurar el éxito y la resiliencia de tu organización.
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