La masculinidad es un concepto complejo y multifacético que se ha debatido y analizado en diversos campos. Se trata de una construcción social y cultural, que se aprende y se aplica a través de las interacciones y prácticas cotidianas. En este artículo, exploraremos la naturaleza de la masculinidad y cómo se configura en la sociedad.
¿Qué es la masculinidad y cómo se construye?
La masculinidad se define como un conjunto de características, roles y comportamientos asociados tradicionalmente con los hombres en una determinada sociedad. Es importante destacar que la masculinidad no es un objeto dado, sino que se construye, se aprende y se aplica. Está vinculada a la acción y el movimiento, en contraste con la idea de estática y predeterminación.
Estudiosos como David Gilmour y Robert Colen han analizado la construcción de la masculinidad desde diferentes perspectivas. Gilmour señala que la masculinidad se construye a partir de un ideal que no refleja simplemente la psicología individual, sino que es parte de una cultura pública que determina una representación colectiva.
Por otro lado, Colen sostiene que las masculinidades responden a las configuraciones de prácticas de género, es decir, a la forma en que hombres y mujeres asumen una posición dentro de las relaciones de género y cómo estas prácticas afectan su personalidad, experiencia corporal y cultura.
La influencia de las instituciones en la construcción de la masculinidad
La construcción de la masculinidad ocurre a lo largo de toda la vida, y diferentes instituciones desempeñan un papel importante en este proceso. Entre estas instituciones se encuentran la familia, la escuela, el Estado, la religión y los medios de comunicación. Cada una de ellas contribuye a moldear los modos de pensar y actuar el género, pero también establece posiciones institucionales basadas en la pertenencia de género.
Las relaciones de poder, producción y vínculos emocionales y sexuales son pilares fundamentales en la vida social, laboral, familiar, política y educativa. Estos elementos son fértiles para el análisis de la construcción social de las identidades de género, incluida la masculinidad. Es importante destacar que la masculinidad no puede definirse fuera del contexto social, económico e histórico en el que se desarrolla.
Desafiando los estereotipos de masculinidad
Es relevante señalar que la masculinidad no tiene por qué estar biológicamente asociada con patrones de violencia o rudeza. La idea de que la violencia y la dominación masculina son parte de la naturaleza humana es falsa, como sostiene la escritora austriaca Riane Eisler en una interesante entrevista.
En la sociedad actual, existe un creciente interés por cuestionar y desafiar los estereotipos de masculinidad tradicionales. Esto implica reconocer que los roles y las características masculinas no están predeterminados y que cada individuo tiene la capacidad de explorar y expresar su género de maneras diversas y auténticas.
Contribución creada por: Karla Lorena Cordón Trejo y con aportes de Alejandra López Mera
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