No sé si sea parte de la historia o de la estética, pero hay una narrativa por debajo de lo que nos cuentan. Hay una nostalgia. Un videojuego ochentero celebra su cumpleaños y lo celebramos jugando. Para poder jugar, debemos hacernos a un tazo, un elemento que fue todo un ícono en los noventa.
Empezaría a dudar si esta estrategia está dirigida a los jóvenes que comen ese tipo de frituras y más bien piensan recuperar un mercado de personas adultas jóvenes que por tendencias o motivos de salud, (o estética) han cambiado sus hábitos alimenticios por unos mas sanos.
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