Ser compasivo es aceptar la vulnerabilidad, lo que significa reconocer la imperfección. Pero en un mundo obsesionado con la perfección, ser vulnerable significa experimentar sentimientos de culpa y vergüenza.
Hay que comenzar por ver a los colaboradores como seres humanos con nuestras necesidades y problemas cotidianos, que necesitan ser escuchados y respetados. Y ser más amable contigo, no buscando motivación en palabras hirientes o de maltrato.
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