Clase 2 – Origen de la agilidad

¿Sabías que la agilidad no nació en Silicon Valley ni en el desarrollo de software?

Mucho antes de que escucháramos sobre Scrum o Sprints, ya existían equipos que trabajaban con ciclos cortos, centrados en el usuario y capaces de adaptarse al cambio.

Entonces… ¿por qué nos contaron que esto era exclusivo del software?

Hoy vas a entender de dónde viene realmente la agilidad y por qué no es una metodología, sino una respuesta a la complejidad moderna. Vas a ver cómo se pasa de procesos rígidos a marcos adaptativos y por qué eso cambia completamente la forma en la que pensamos el trabajo.

Durante décadas, las empresas operaban bajo un modelo industrial: producir más, más rápido y más barato. La eficiencia era el rey. Todo era lineal, planificado, predecible… como una fábrica.

Pero a finales del siglo XX, algo cambió: la digitalización hizo que el comportamiento del cliente, la tecnología y el mercado fueran impredecibles. Ya no podíamos seguir ejecutando planes perfectos cuando todo cambiaba mientras los ejecutábamos.

Eso nos obligó a dar un giro: De centrarnos en el producto, a centrarnos en el cliente. De pensar en entregables, a pensar en valor entregado.

Scrum no nació como herramienta para programadores. Su raíz está en un estudio de desarrollo de productos japoneses, publicado en 1986. Donde se observó como equipos multifuncionales trabajaban juntos, con autonomía y responsabilidad compartida, como una unidad cohesionada. A le llamaron: Scrum.

Ken Schwaber y Jeff Sutherland tomaron este modelo y lo formalizaron en los años 90. Lo diseñaron basado en empirismo, donde el conocimiento se construye desde la experiencia. Y en pensamiento Lean, cuyo enfoque es reducir desperdicio y enfocarse en lo esencial. Scrum no intenta predecir el futuro. Intenta adaptarse rápido, aprender y mejorar sobre la marcha.

Imagina una empresa de e-commerce que planea durante seis meses una nueva funcionalidad. Todo está especificado desde el inicio. Nadie válida con usuarios. No hay feedback real.

Pero en el tres … un competidor lanza algo mejor. Más simple. Más centrado en el cliente. La funcionalidad en la que tú trabajaste por medio año… ya no sirve. Tiempo, dinero y esfuerzo: perdidos.

Si ese equipo hubiera iterado cada dos semanas, con foco en valor y feedback real, tal vez el resultado habría sido muy distinto.

Piensa en una iniciativa en tu empresa o proyecto donde se siga un plan rígido y centrado en la salida, no en el cliente. ¿Qué cambiaría si aplicaras un enfoque ágil, iterativo y basado en el aprendizaje constante?

La agilidad no es una técnica de moda. Es una nueva forma de hacer el trabajo. No se trata de hacer más rápido. Se trata de adaptarse mejor y entregar lo que realmente importa.

En la próxima clase vamos a responder una pregunta clave: ¿Agilidad, una metodología o una forma de pensamiento?