Aprendí a reconocer mis emociones con mayor claridad y a comprender cómo influyen en mis decisiones y en mi forma de relacionarme con los demás. En el ámbito personal, aprendí a gestionar mejor mis reacciones impulsivas, a practicar la empatía y a comunicar mis necesidades de manera más asertiva. Esto me ha permitido fortalecer mis relaciones, expresar mis límites con respeto y mantener una mayor calma en situaciones difíciles.
En el ámbito laboral, aprendí a manejar el estrés de forma más saludable, a escuchar activamente y a construir vínculos de trabajo más colaborativos. También entendí la importancia de regular mis emociones para resolver conflictos con objetividad y mantener un ambiente laboral más armonioso. En general, aprendí que la inteligencia emocional es una herramienta clave para mi crecimiento, para tomar decisiones más conscientes y para relacionarme mejor tanto conmigo mismo como con los demás.