Si hablamos de la toma de decisiones todos pensamos en grandes cosas, pero realmente todas las decisiones funcionan y pasan por las mismas fases (que explicaré en otra ocasión).
Decidir si te vas a poner una camiseta negra o rosa es igual a nivel mental que si decides si te vas a mudar de ciudad o no. Toda decisión lleva una o unas consecuencias y el acto en sí no se acaba al tomarla, sino que hay que ser consecuente y luchar por lo decidido. Es decir, es igual de importante qué decisión eliges tomar como seguir actuando de modo que hagas funcionar esa decisión.
Por ejemplo; decides cambiar de trabajo, la apuesta es arriesgada porque no vas a tener ya un jefe que te pague un sueldo ni una “estabilidad” pero a cambio podrás establecer tus propios horarios y normas. No basta con decidirlo: si no te esfuerzas, estudias, te documentas y cumples una serie de “sacrificios” para ello, tu decisión será mala, sin embargo, si te lo propones y cumples con todas las acciones necesarias, habrás tomado una buena decisión.
Cuando hablamos de la zona de confort nos referimos a aquel terreno, o aquellos hábitos que no nos suponen ningún riesgo ni estrés, a lo que comúnmente decimos estar “acostumbrados” - podríamos llamarla también la zona neutral.
Si pensamos bien en ello parece lógico que no debamos salir de allí, pero para poder evolucionar o mejorar tiene que haber un cambio, y ese cambio se da al salir de dicha zona. Todos conocemos personas que viven toda su vida en la misma ciudad, conocen a las mismas personas, trabajan en lo mismo y tienen una vida tranquila y sin muchos sobresaltos.
Mucho se habla de la zona de confort y cómo salir de ella, pero creo que es mucho más importante saber porque hay que hacerlo.
Entonces ¿Por qué digo que hay que salir de la zona de confort?
Porque
hacer algo que ya sabes hacer no supone ningún reto ni evolución, ni mejora personal. Lo que no cambia está muerto se suele decir, y todo cambio asusta.
Si bien seguir dentro de la zona de confort es cómodo y fácil, salir de esta tiene muchas ventajas, una vez sales te das cuenta de que no era tan difícil. Cuántas veces te ha costado una eternidad dar el paso para dejar o cambiar algo y luego te has dado cuenta de lo fácil que era... Es más, has pensado que ojalá lo hubieras hecho antes ahorrándote tiempo e inconvenientes. Las cosas son mucho peores y más difíciles, por lo general, en tu cabeza que en la realidad.
Salir de tu zona de confort no te hará perder lo que ya conoces sino que ampliará tu terreno, además de ello:
- Aprenderás nuevas habilidades y podrás desarrollar tu potencial.
- Ampliarás y flexibilizarás tu mente.
- Conocerás nuevos puntos de vista.
- Podrás hacer realidad tus sueños (evidentemente en tu zona de confort no podrás cambiar nada).
- Tendrás más dónde elegir.
- Aumentarás tu confianza y autoestima.
- Desarrollarás tus habilidades sociales, tu inteligencia y tu creatividad. Tendrás más ganas de vivir.
- Serás más independiente.
Y tú ¿Qué experiencia tienes con tu zona de confort? ¿Has hecho algún cambio drástico recientemente? Cuéntanos tu experiencia y de qué forma afrontas tus miedos ante los cambios y las ventajas e inconvenientes que te han aportado esos cambios.