Imagina que estás en un crucero y de repente el barco choca contra un iceberg. Tienes que saltar al agua para salvarte. Pero no sabes nadar. Uno nunca quiere estar en esa situación, por eso aprendemos a nadar antes de cualquier actividad acuática.
Algo similar pasa con el sistema financiero, donde este sería el mar, el iceberg un shock financiero y saber nadar sería tu educación financiera. Un gran peligro, ¿verdad?
Todos los días tomamos decisiones financieras, sin embargo, tus conocimientos sobre finanzas no son algo que debas pasar por alto. Esto impacta en tu bienestar financiero y, por lo tanto, en tu calidad de vida.
En Ecuador el 96% de la población no tiene educación financiera, en México solo el 47% de la población está bancarizada y en Paraguay solo el 12% ahorra formalmente, esto según Statista. Seguro que tú no quieres formar parte de las estadísticas. Pero, aparte de esto, ¿por qué deberías tener educación financiera sin importar tus ingresos o tu profesión?
¿Qué criterios usas para definir si tu situación financiera es buena o mala? A veces cometemos el error de comparar nuestras finanzas con las de los demás y, lo que es peor, comparamos peras con manzanas.
Pues no tiene mucho sentido sabiendo que todos no partimos en las mismas condiciones, crecimos en contextos diferentes y tenemos nuestras propias metas. No es lo mismo ser rico en Loja que ser rico en Mónaco.
Por lo tanto, el nivel de satisfacción financiera lo pones tú. ¡Las finanzas personales son más personales que financieras! Si estás conforme con tus finanzas, entonces estás ok. Si no lo estás, entonces deberías trabajar en ello y mejorarlo con base en un plan financiero.
¿Un viaje internacional? ¿Un auto nuevo? ¿Pagar todas tus deudas? Todo es posible, pero poco a poco y con planeación. Serás consciente de lo que tienes, no tienes, lo que quieres y lo que no quieres. A partir de esto definirás en tiempo y cantidad tus objetivos. Además, sabrás en qué medida pudiste cumplir con tus propósitos. Recuerda que lo que no se mide, no se puede mejorar.
La deuda no es mala, si la usas con sabiduría. Básicamente podemos dividir en deuda buena y deuda mala.
La deuda buena es la que te permite crear más recursos a partir de esta. Por ejemplo, pedir prestado para invertir en educación de calidad (como Platzi), comenzar un nuevo negocio o cualquier deuda cuyo costo financiero sea menor que la rentabilidad.
La deuda mala es la que se usa para comprar bienes que se deprecian fácilmente, reduciendo tu patrimonio. Por ejemplo, pedir créditos para comprar un auto nuevo (cuando realmente no lo necesitas) o uso descontrolado de tarjetas de crédito.
Pero, si tener un auto nuevo es uno de tus objetivos, ¿por qué es una deuda mala? Pues depende. Te había dicho que debes usar la deuda con sabiduría y, si tener ese auto está dentro de tus posibilidades, sin comprometer tus finanzas, adelante, lo puedes tomar. Al final, debes disfrutar de tu dinero, ¿no?
¿Por qué a veces sabemos lo que tenemos que hacer pero terminamos haciendo todo lo contrario? La publicidad conoce tus irracionalidades y las usa en tu contra. También, ¿a qué tipo de influencia eres más susceptible?
Todos, en cierta medida, actuamos con irracionalidad. Y si tú logras ser consciente de esto, tendrás soberanía sobre tus finanzas, es decir, tus decisiones financieras dependerán menos de factores externos.
Cuando entiendes sobre finanzas personales eres capaz de hacerle frente a ese mar de incertidumbres al que estamos expuestos dentro del sistema financiero. Puedes planificar efectivamente y conseguir objetivos realistas. Además, puedes tomar mejores decisiones.
Estás en el lugar correcto para comenzar a ordenar tus finanzas. Platzi tiene una escuela en la que aprenderás desde temas básicos a temas avanzados. Por eso te recomiendo tomar el Curso de Introducción a Educación Financiera y que nunca pares de aprender.