Desde hace un par de semanas, he comenzado mi curso de inglés en Platzi, partiendo desde el nivel A1. Personalmente, he descubierto que complementar las sesiones de estudio con dos acciones cotidianas de baja exigencia ha sido sumamente beneficioso.
En primer lugar, conversar en inglés con mi pareja, quien es bilingüe, durante al menos 5-10 minutos al día, sin importar el tema o situación (ya sea en el tráfico o haciendo las compras), ha contribuido significativamente a corregir mi pronunciación y a familiarizarme con expresiones nuevas. Asimismo, ha reducido mi inseguridad al momento de hablar en inglés.
La otra actividad consiste en mantener un diario en inglés para registrar cómo ha transcurrido mi día. No es necesario que sea extenso; en ocasiones, no tengo muchas ganas de escribir mucho, por lo que dedico tan solo 1-2 minutos. Sin embargo, esta práctica constante de escritura ha resultado invaluable para estructurar mis oraciones de manera más efectiva y para saber cómo iniciar cada párrafo con precisión. Además, me impulsa a ampliar mi vocabulario, ya que me motiva a buscar palabras o frases cuya traducción del español al inglés (y viceversa) desconozco.
La clave está en la constancia y en encontrar maneras de integrar el idioma en nuestra vida cotidiana. ¡El progreso llegará más rápido de lo que imaginan!
