Aprende a fallar rápido

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¿Cuándo fue la última vez que te dio gusto fallar? ¿Compartiste un error con tus compañeros o buscaste que pasara desapercibido? ¿Cuánto tiempo pasas planeando para que las cosas sean perfectas y al final terminas equivocándote?

Andrew Stanton, guionista de Wall.e, Buscando a Nemo y Toy Story entre otras, es conocido por sus colegas en Pixar por gritar por los pasillos: “Falla rápido. Equivócate tan pronto como puedas.” Los más nuevos lo malinterpretan como un grito que busca evitar errores “costosos” en etapas más avanzadas de la producción pero el verdadero pensamiento detrás es que nadie aprende a montar una bicicleta leyendo las instrucciones. Tienes que subirte, caerte y volverte a subir. El problema es que nadie quiere equivocarse.

¿Por qué no nos gusta fallar?

Desde pequeños, nos enseñan que fallar está mal. No sólo en un ambiente académico. Está mal fallar en los deportes, en las artes y hasta en las costumbres. Los profesores te señalan, los compañeritos se ríen, la que te gusta no te hace caso.

Fallar nos avergüenza. Muestra nuestros puntos débiles y nos deja a merced de aquél que presencia nuestra derrota. Aprendemos a fallar a puertas cerradas. En el salón de ensayos, al final del cuaderno, en la regadera. Eventualmente aprendemos a no fallar ni siquiera en privado. Nos ahorramos el riesgo.

Lo peor es que no hay nada más efectivo para destruir el progreso y el aprendizaje que dejar de fallar. Nos conformamos con una minúscula zona de confort. Nada falla porque nada ocurre.

¿Por qué es importante fallar?

Fallar es consecuencia de intentar algo nuevo. Pregúntale a Cristóbal Colón. Intentando establecer una nueva ruta comercial con Asia, se equivocó y el resto es historia. Fallamos por que no conocemos pero queremos conocer. Fallamos por que estamos haciendo algo que nadie ha hecho. No hay instrucciones ni documentación. Fallar es un ingrediente necesario para innovar.

No vengo a decirte que después de leer esto ya no le va a doler a tu ego cuando te equivoques, pero tienes que aprender a desarrollar mecanismos para reaccionar ante el error. Aquí no juegan las emociones. Conviértete en un frío detective y une las piezas. Entiende qué pasó. Enfrenta la derrota y conviértela en progreso tan pronto como sea posible. Fallar rápido implica aprender rápido.

¿Cómo fallar mejor y más rápido?

No es suficiente con tomar una decisión, hay que seguirla. Explora a dónde te llevará tu idea. Prueba y error. Hipótesis, experimentación, replanteamiento, nueva experimentación. Repite hasta que lo logres y documenta todo tu proceso. Eres parte de algo más grande.

A esto le llamamos iteración. La acción de probar, observar, y generar una mejor solución a partir de lo aprendido. La realidad es que la ciencia también lo hace. Es el método científico, y todos podemos aplicar su principio.

¿Cómo desmitificar el fallo?

Aprender de los errores es una inversión a futuro. Como manager aprende a reconocer el error sin enfocar la conversación en señalar resposables. El resposable no es una persona sino un sistema. Aquí no hay caza de brujas sino aprendizajes compartidos.

No busques evitar riesgos sino generar mecanismos para que sea seguro para tu equipo tomar esos riesgos. Confianza no significa que confías en que alguien nunca se va a equivocar sino que confías en que esa persona sabrá que hacer ante el error y sobre todo, sabrá aprender de él.

Como colaborador también hay ejercicios que puedes aplicar para desmitificar el error. No esperes a que las cosas sean perfectas para compartirlas con otros. Muéstralas pronto y muéstralas seguido. Permítete exponerte a la crítica temprana. Cuando cometas un error, documéntalo y compártelo. Comparte el error y la nueva solución. Quizá esta también tenga errores, pero sin duda, cada iteración te acercará más a la mejor respuesta posible.

Si quieres conocer más sobre la iteración y la solución de problemas, te invito al taller en audio de solución de problemas con Design Thinking. El único requisito: llegar listo para enfrentar tu mayor problema.

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