Delegar no es “pasar trabajo”; es distribuir el trabajo de forma estratégica para potenciar resultados, desarrollar al equipo y liberar tiempo para decisiones clave. Este proceso requiere método, claridad y seguimiento. A continuación, los pasos esenciales.
- Evalúa qué tareas pueden (y deben) delegarse
Antes de delegar, debes identificar qué actividades son aptas para ello.
Cómo hacerlo
Revisa tu lista de tareas y clasifícalas:
Tareas rutinarias → delegables.
Tareas que alguien del equipo puede hacer igual o mejor → delegables.
Tareas que ayudan a desarrollar habilidades del equipo → convenientes de delegar.
Tareas estratégicas, delicadas o confidenciales → probablemente NO delegables.
Tip gerente
Si una tarea siempre debe pasar por ti, pregúntate: ¿es realmente necesario o es hábito?
- Elige a la persona adecuada
Delegar bien implica asignar la tarea a quien pueda ejecutarla con éxito.
Considera
Nivel de competencia técnica.
Carga de trabajo actual.
Intereses de desarrollo profesional.
Fiabilidad y autonomía.
Ejemplo
Si un colaborador quiere mejorar en análisis de datos y tiene buena base, asignarle reportes periódicos puede ser ideal.
- Define el objetivo con total claridad
Una delegación confusa siempre genera fallos.
Incluye en tu explicación:
Qué se debe hacer.
Para qué se hace (el propósito).
Cuáles son los criterios de éxito.
Qué entregables deben producirse.
Regla práctica por aplicar:
Si la persona no puede repetir la tarea con claridad, todavía no está completamente entendida.
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