Habían pasado dos semanas desde que el reto Creación Documental 101 había iniciado y quizás iba a ser uno más que dejaba inconcluso. Dejar las cosas así era común en mí, pues siempre había una excusa perfecta para no completar algo.
Mi mente decía: “¿qué voy a documentar? Estamos en medio de una pandemia, no he podido salir a conocer la gran Ciudad de México. Extraño mi Chiapas donde podía caminar entre los cafetales y llevar mi cámara colgada del cuello; ahí sí podría captar mil aves de colores, las cascadas inexploradas, la cima del volcán o toda la gama de colores que tiñen el cielo durante sus atardeceres”.
En su momento, integrarme en la comunidad de Platzi era impensable, pues es duro enfrentarse a la crítica destructiva. El síndrome del impostor estaba muy presente en mí como para poder abrirme a ese tipo de “feedback”.
Recuerdo que al terminar el reto, me quedó la intriga de cómo unirían tantas historias. Me considero fan de escuchar anécdotas y adentrarme en las películas que dicen basado en hechos reales. También imagino los hilos conectores del destino o cómo una decisión puede afectar de diferentes maneras la vida de otro. Fue ahí cuando decidí que debía descubrirlo, aún sino tenía algo que documentar.
La motivación
Siendo espectadora del grupo de Telegram de la comunidad, leí unas líneas de Nicolás Bello, esas que todos necesitamos:
“Tenemos miedo de no gustarle a los demás. La mejor idea puede ser la más sencilla y en algún lugar del mundo a alguien le puede emocionar, espero que nos permitan ver la vida a través de sus ojos. Aquí todos vamos a poner un pedacito de nuestra alma para crear una historia, nunca paren de grabar.”
De una forma que no se puede explicar con palabras, todos comenzaron a compartir su día a día. No solo eran estudiantes, eran esos amigos que nos estaban abriendo la puerta de su vida de diferentes partes del mundo, maestros sin pensar.
Luego, llegó la motivación de Natalia Villegas:
“Somos un gran equipo y seguro nos saldrá un hermoso documental.”
Entonces me dije: “oye yo quiero ser parte de esto, no quiero solo observar”. Descubrí que desde que tenía una cámara análoga prestada, había comenzado a documentar con fotografías, luego con mi celular. Y surgió una pregunta: “¿sería buena idea desnudar un poco de mi vida? Quizás alguien se sienta identificado con mi historia y pueda inspirarle un poquito.”
Comencé a escribir. Ese texto lo convertí en una especie de guion y finalmente desempolvé esa memoria llena de videos. Todo el proceso me tomó una semana, pero mi momento Eureka había aparecido, dos noches en que la madrugada me alcanzó junto con el amanecer, un click y enviar.

La conexión
Una vez enviamos nuestro material estuvimos impacientes, hasta que por fin pudimos ver el tráiler del documental. Creo que quienes participamos no paramos de llorar o por lo menos no dábamos crédito a lo que acabábamos de observar. Lo único que se logró fue que nuestra evidente ansiedad creciera un poco más. Ni la meditación, ni el mate resolvían el tema de la curiosidad.
Cuando por fin llegó el día del estreno, había una constante en nuestros videos: el cielo. Bajo ese mismo nos sentíamos estrechamente unidos. Acuñé frases de mis compañeros, como si alguna vez supieran lo que yo sentía en diferentes etapas de mi vida y de pronto ellos las decían por mí, no somos diferentes, por eso estamos aquí; para ser mejores, queremos ser ese cambio, cumplir ese sueño que llevamos guardado, dejar una huella para nuestras siguientes generaciones, trascender.

El aprendizaje
Hay una Anahí antes y después de la creación del documental. Te lo puedo resumir como sigue:
- “El tiempo sí se detuvo súbitamente.”
- “No dejaré que mutilen mi imaginación y creatividad.”
- “Mis ambiciones no serán secreto porque actuaré para construirlo.”
- “No pensaré en las excusas para dejar de hacer o ser.”
- “Seguiré alegrándome por los logros de mis compañeros.”
- “No dejaré de explorar, aprendiendo de la oscuridad y el amanecer.”
- “Sí, soy valiente.”
Esas no son mis palabras, son las de todos mis compañeros y así como lo he sentido, espero tú también lo hagas. El Viaje Interminable es eso, nunca paras de imaginar, crear, soñar, pensar, actuar…nunca paras de aprender.
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