Gracias a las bondades de la tecnología podemos estar en contacto con otras personas, tener acceso a información de todo tipo y como seres visuales nos apoyamos en gran medida de las pantallas. En ellas se muestran lecturas, datos, imágenes, videos e incluso podemos interactuar con las apps del día a día.
Nuestra atención en las pantallas es tanta que hemos desarrollado la habilidad de realizar múltiples tareas mientras miramos a una: teclear, utilizar un control, conversar o hacer ejercicio. Generalmente esto puede implicar una distracción para un adulto al que es fácil dejarla de lado. ¿Pero hemos pensado lo que puede representar para un niño? Especialmente cuando tienen fácil acceso a smartphones y tablets.
Es todo el tiempo que se invierte en alguna actividad interactiva, no interactiva, recreacional o educacional a través de un televisor, computadora, tablet, smartphone u otro dispositivo que cuenta con una pantalla.
De acuerdo a la Revista de la Asociación Médica Americana de Pediatría (JAMA, por su siglas en inglés) el tiempo en pantalla de niños entre cero y dos años en 1997 era de 1.32 horas al día, aumentando un 231% para el 2014 con 3.05 horas en promedio. Podemos imaginar que este tiempo podría aumentar proporcionalmente a la edad de los menores, siendo nuestra responsabilidad la forma en que sea aprovechado y nos lleva a otra pregunta.
Como todo en la tecnología, según el uso que le demos puede ser provechoso o perjudicial de acuerdo al balance que exista y los padres juegan un papel fundamental en ello.
Algunas consecuencias del exceso frente a una pantalla pueden ser fatiga, dolores de cabeza, vista cansada, dolores de cuello al no haber una postura adecuada manteniendo la vista baja ni breves descansos ocasionales. Otra preocupación es el sedentarismo, pues al existir poca o nula actividad física se contribuye a la obesidad del menor.
En casos muy prolongados esto puede incluso afectar el desarrollo de habilidades sociales ante la falta de interacción con otras personas. Sin embargo estos riesgos pueden minimizarse vigilando el entorno y cuidando la postura, tomar descansos de forma periódica, fomentando la actividad física y además pantallas cada vez son optimizadas para reducir consecuencias en la vista.
Por otro lado, el tiempo en pantalla puede ser utilizado en actividades interactivas, recreacionales y educativas. Las cuales a través de diversos juegos o apps ayudarán a los niños en tomar mejores decisiones (puzzles), desarrollar distintas formas de pensamiento como la lógica de programación o la creatividad artística.
Además al haber una supervisión por parte de los padres se reforzarán los lazos familiares, estando atentos a la actividad del menor, brindando apoyo ante sus inquietudes y ayudando a que entienda mejor el contexto de lo que se muestra en pantalla para desarrollar un juicio crítico.
La Academia Americana de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) en su paper respecto al tiempo recomienda las siguientes consideraciones:
Los padres y madres de familia juegan un papel muy valioso en el tiempo que pasan los niños y adolescentes frente a una pantalla. Tienen la capacidad de ser ese diferenciador que lo vuelva algo provechoso al mismo tiempo que les permite tener una integración con ellos y la tecnología.
Tú puedes ser el diferenciador para convertir el ocio en la formación que requieren las generaciones más jóvenes para prepararse y convertir el mundo en un lugar mejor. Solo debes comenzar con el Curso de Programación para Padres y Niños.
Estoy muy de acuerdo con lo mencionado en el blog y este si que es un gran reto: “
Tú puedes ser el diferenciador para convertir el ocio en la formación que requieren las generaciones más jóvenes para prepararse y convertir el mundo en un lugar mejor”.
Totalmente, pero al mismo tiempo esta son la clase de retos que nos ayudan a crecer y aportar a los demás.
muy bueno el articulo