A lo largo de mi vasta experiencia profesional, me he encontrado trabajando con diversos equipos con personalidades variadas y de distintas áreas. A pesar de esa diversidad, existen factores que se repiten y se interponen entre mi desempeño como un líder ideal y la realidad. Estos factores son tres y constituyen la base de todos los conflictos, que Serendipitosamente fueron los mismos que se señalaron en el curso:
Malentendidos.
Choques de opiniones.
Personalidades antagonistas.
Observando mi conducta en retrospectiva, he notado que, respecto a los malentendidos, suelo dejarlos pasar siempre y cuando se mantengan en un nivel de mala comunicación y no tengan repercusiones relevantes para el trabajo ni para mí personalmente. Mi reto personal consiste en asumir el compromiso interno de no quedarme solo con la sensación de que mi voz ha sido escuchada, sino de asegurarme de que mi mensaje ha sido recibido correctamente.
Como desarrollador, a veces he sentido que mi orgullo se hiere cuando me dicen que mi código no está escrito de la forma más sucinta. No me gusta, en general, poner comentarios dentro del código ni escribirlo en español. Sin embargo, estos compromisos son negociables si me encuentro en ambientes de trabajo dinámicos, donde los demás miembros del equipo están de acuerdo con un “estilo” a través del cual organizan el código. Mi reto personal consiste en adaptarme, aceptar la crítica y avanzar, de tal forma que mi manera de escribir código crezca en flexibilidad.
El reto más difícil, sin embargo, es el de las personalidades. A veces puede ser complicado entender por qué una persona sostiene cierto punto de vista o una determinada creencia y quiere imponerla en el equipo de trabajo sin considerar a los demás, sobreescribiendo las dinámicas establecidas.
Un consejo que daría a cualquier persona, incluyéndome a mí mismo y a quienes lleguen a leer esto, es que, incluso si el ataque de alguien es personal, no lo tomen como algo personal. Es recomendable tomarse un minuto para recordar la razón por la cual creemos en el proyecto, o bien desconectarse del conflicto. Quizá buscar alternativas para desescalar la situación de inmediato.
Sé que muchas personalidades no permiten hacer uso de esas estrategias. Lo sé, he estado ahí. A veces, simplemente participar en su juego ya implica perder por defecto. Sé que escuchar y tratar de asumir el rol del “buen líder” puede ser complicado, tal vez incluso imposible cuando los tienes enfrente. En tales casos, si ellos han decidido dejar de ser profesionales y se han dejado llevar por su personalidad y emociones, lo único que nos queda es aferrarnos a la profesionalidad y no permitir que nuestro orgullo ni nuestros sentimientos nos la arrebaten.