- Define el resultado esperado
Antes de delegar, aclara exactamente qué se debe lograr.
Incluye: objetivo, plazo, nivel de calidad, entregables y restricciones.
Mientras más claro sea el destino, menos dudas habrá en el camino. - Selecciona a la persona adecuada para cada tarea
Evalúa:
• Competencias técnicas
• Experiencia previa
• Carga de trabajo actual
• Interés y motivación
Delegar no es “pasar trabajo”, es asignar estratégicamente para maximizar resultados y aprendizaje. - Proporciona los recursos necesarios
Asegura que la persona tenga:
• Información actualizada
• Herramientas
• Acceso a personas clave
• Autoridad para ejecutar
Sin recursos, la delegación falla aunque la persona tenga buena disposición. - Establece un canal de comunicación claro
Define:
• Punto de contacto
• Frecuencia de actualizaciones
• Qué tipo de problemas deben informarse de inmediato
• Qué decisiones pueden tomar sin pedir permiso
Esto reduce interrupciones y mantiene la fluidez operativa. - Acordar el nivel de autonomía
La delegación efectiva equilibra supervisión con libertad.
Puedes definir niveles como:
• Informar y ejecutar
• Consultar antes de decidir
• Decidir y luego informar
La autonomía crece según la capacidad y madurez del miembro del equipo. - Realiza seguimiento sin microgestionar
Verifica avances a intervalos razonables.
Un líder efectivo pregunta:
• ¿Qué necesitas para avanzar?
• ¿Qué obstáculos estás enfrentando?
No controla cada detalle; orienta y facilita. - Da retroalimentación constructiva
Al final del proceso, ofrece comentarios que ayuden a mejorar:
• Qué se hizo bien
• Qué se debe ajustar
• Qué se puede optimizar para la próxima vez
El aprendizaje convierte la delegación en un motor de crecimiento. - Reconoce el esfuerzo y los logros
Celebrar avances refuerza el compromiso del equipo.
Curso de Liderazgo para Equipos de Trabajo
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