Respira profundamente. Busca en tu memoria un recuerdo que te haya impactado. Ahora imagina que eres el narrador de ese momento y tienes el poder de hacerlo en el formato que gustes: puede ser parte de una noticia en un programa informativo de TV, una serie romántica, sonar en una estación de radio acompañado por la canción que elijas, o incluso, se puede transformar en un comercial. ¿O por qué no? En un documental en YouTube o Netflix.
¿Y qué tal si fuera una comedia para reír a carcajadas?
Todas estas posibilidades pueden ser una realidad si tomas la decisión de usar tu voz para crear tus propias aventuras. Y créeme… a medida que te permitas explorar, descubrirás rincones y aspectos inimaginados.
La voz tiene poderes mágicos. Dependiendo de quién y cómo la use nos puede transportar a distintos momentos de nuestra vida, nos ayuda a volar con la imaginación o a emocionarnos.
Dos personas pueden decir exactamente las mismas palabras y tener un impacto completamente diferente en nuestras vidas. Lo mismo puedes hacer con tu voz: convertirte en el protagonista de tus propias aventuras; o ser el narrador que guíe a otras personas.
Vuelve a respirar profundamente. Imagina que estás en el Kinder y tu seño preferida está leyendo un cuento. Repasa qué sientes en ese momento y guarda esa sensación.
Ahora imagina que eres tú quien relata el cuento, como adulto, a otros niños. Puedes hacerlo como una obligación y sin ganas, sin entusiasmo, como quien lee las instrucciones de uso de un producto que nunca comprará o puedes interpretarlo con tu alma, buscando el tono adecuado para cada acción, personaje y situación.
Asimismo puedes pasar tus días de trabajo: por obligación o con un sentido profundo. Y cuando tu trabajo es utilizar tu voz y lo haces de manera consciente, cada día es una nueva aventura.
Es imposible separar la voz de la emoción, cada palabra que digas tendrá la particularidad de transmitir un mensaje y generar un impacto. Imagina si pudieras potenciarlo a conciencia.
Mi primer recuerdo de un cuento que me impactó fue el de mi seño Adriana. Se trataba de la historia de una tortuga, cómo se movía por un jardín, qué comía, qué le daba miedo y cómo los superaba con valentía.
Probablemente tenía 6 años y aún recuerdo la forma en que ella hacía las pausas y remarcaba ciertas palabras que nos hacían reír, preocupar e incluso asustar.
Alrededor de esa misma edad en mi casa, mi familia veía el programa “6 para triunfar”, conducido por Héctor Larrea. Cuando finalizaba el programa una locutora mencionaba uno a uno a los integrantes del equipo y el elenco técnico. Era lo que más me gustaba y le decía a mi mamá: yo quiero hacer «eso». Claro está que no sabía cómo se llamaba, solo sabía que me generaba fascinación.
Cuando visitaba a mis abuelos era un ritual escuchar “el noticioso” en la radio. Imitaba a los locutores al ritmo de “Inforrrrrrrma Raaadio Colonia!” y me divertía contando mis propias anécdotas.
Mi fascinación era cada vez mayor. Con la radio aprendí mis primeras palabras y frases en alemán en un radio curso; me emocionaba con historias de distintas familias, y nos enterábamos de algunas noticias tristes. Todo transmitido por voces maravillosas que acompañaban cada mensaje con una delicadeza inigualable.
Poco a poco me convertí en una fanática de escuchar radio y un día mágico, mi vida tuvo un antes y un después. Gané un concurso y fui a una estación de radio a retirar un premio. Supe inmediatamente que mi vida debía transcurrir en un estudio. Conocí a los locutores, sus cuerpos y rostros no se parecían en absoluto a cómo los imaginaba. Si ya estaba fascinada desde antes ahora, sin lugar a dudas, no había vuelta atrás.
Lo intuía y lo confirmé: las voces son mágicas.
Producen algo indescriptible, nos conectan, nos hacen vibrar.
Me decidí entonces estudiar la carrera de Locución para ser parte de ese maravilloso mundo que transmite con su voz. Como una de mis primeras prácticas grabé un audiocuento para niños. Lo envié a un Kinder y la maestra lo hizo escuchar en el aula. Luego me contó las reacciones de los pequeños: quedaron atrapados por la historia, se reían, se contaban secretos entre ellos tratando de adivinar o responder lo que sucedería… fue un momento de pura emoción y disfrute.
Me generaba tanta felicidad que volví a confirmar que era a lo que me quería dedicar.
Más tarde grabé otro cuento y se lo envié a mi hermana, para que lo escuchara mi sobrino. Su cara de asombro y felicidad aún me hace sonreír.
Y así, con una y otra prueba tuve la certeza de que mis días transcurrirían dentro de un estudio de grabación para enseñar, contar historias y despertar emociones.
Cada día es una nueva aventura: por la mañana puedo enseñarte a usar un sistema de gestión bancario, al mediodía contarte una historia de suspenso y por la tarde contarte los beneficios del shampoo sólido. Tan diverso y enriquecedor. Así es un día en la vida de un locutor o locutora. Así es una vida llena de aventuras narradas con una voz.
Así pueden ser tus días si decides estudiar locución.
Por eso te invito a acompañarme en el Curso de Locución de Platzi, para vivir esta aventura conmigo. Aprenderás cómo utilizar tu voz para diferentes formatos, plataformas y medios. Encontrarás recursos y ejercicios 100% prácticos para manejar tu voz de forma profesional. Crearás tu propio demo de locutor o locutora para entrar al mercado laboral.
¿Estás lista o listo para comenzar con la primera clase?
Curso de Locución