Algunas veces las cosas no salen como esperamos. Lo vivimos como si nos hubieran cerrado la puerta en la cara. A veces el portazo es suavecito y, otras veces, se siente como un huracán. No por el viento o la tormenta, sino por el torbellino de emociones que llegamos a sentir. Por eso nos preguntamos: ¿por qué frustra la frustración?
La frustración aparece cuando no podemos satisfacer una necesidad. Esperábamos que los acontecimientos se dieran de cierta manera y resultan de otra. Por lo general, menos o nada favorables.
Cuando nos sentimos frustrados puede aparecer una cantidad de sentimientos y sensaciones, por lo menos, incómodas:
- Enojo
- Miedo
- Angustia
- Desilusión
- Preocupación
- Rechazo
- Decepción
- Desmotivación
- Abatimiento
- Impotencia
Las primeras experimentaciones en el cuerpo se suelen retroalimentar con pensamientos recurrentes, de manera negativa. A esto se le suma la resignificación de la experiencia y con ella la frustración aumenta a pasos agigantados.

¿De dónde surge la frustración?
Hipotéticamente, establecemos escenarios y expectativas de hechos. Esto es un proceso de anticipación natural de nuestro cerebro. Si no fuera así, estaríamos cada día aprendiendo todo desde 0 (lo cual sería imposible).
Por ejemplo, si estoy en mi casa y me voy a lavar las manos, espero abrir la canilla y que salga agua. El día que esto no pasa, por tareas de mantenimiento en el edificio, puede ser frustrante, sobre todo si estaba por bañarme para ir a una reunión muy importante.
El hecho de que no ocurra lo que esperamos que pase, genera frustración. La intensidad de esa frustración dependerá de las consecuencias o el impacto que tenga la situación inesperada en nuestra vida.
Todo es cuestión de expectativas
Si estudiamos mucho para el último examen en la universidad, sentimos que nos fue muy bien y cuando nos entregan la nota nos enteramos de que, no sólo no aprobamos, sino que sacamos la nota más baja de toda nuestra carrera. Eso puede generar, como poco, frustración.
Lo inesperado de la situación aumenta el bombazo negativo. Cuanto más se aleja la situación esperada de la situación real, más grande es el impacto emocional.
Pareciera, entonces, que la mejor solución es no esperar nada de nadie y entonces nos ahorraremos este sufrimiento. Lo cierto es que no. La expectativa 0 es muy difícil de lograr y sólo la alcanzan ciertas personas muy iluminadas como, por ejemplo, los monjes budistas más entrenados.
Veamos el lado positivo de la frustración
Lo primero que tendemos a pensar es que de positivo esto no tiene nada. Sin embargo, muchas veces, gracias al hecho de haber pasado por situaciones frustrantes, hemos potenciado y entrenado otras habilidades internas.
Sin este tipo de experiencias, sería más difícil afianzar esas competencias blandas que nos ayudan a seguir adelante, a pesar de las adversidades. Al superar la frustración, mejoramos:
- la resiliencia
- la capacidad de adaptación
- la flexibilidad ante las situaciones
- la valoración de personas o situaciones
- la confianza en nosotros mismos
- la habilidad para tomar decisiones
- la destreza para resolver problemas
- la determinación para lograr un objetivo
- la validación de lo que queremos para nosotros
En resumidas cuentas, gracias al hecho de haber pasado por esos momentos, podemos valorar mejor los resultados positivos que vamos obteniendo, restarle dramatismo a los menos favorables y sobrellevar mejor la situación cuando todo parece salir al revés.

Entonces, ¿por qué frustra la frustración?
La frustración frustra aún más cuando se vuelve recurrente. El círculo vicioso entre los pensamientos, sentimientos y significación de la experiencia hace que esa frustración inicial aumente. La visión de lo ocurrido es pesimista, la sensación es que no hay oportunidad de mejora y que la condición de lo que está pasando será permanente.
Ante tanta desilusión, nuestro cerebro nos alejará del factor detonante para evitar que ese dolor siga aumentando. Es por ello que, en vez de perseverar, abandonamos en el intento.
Sabiendo que este es un mecanismo natural y básico de nuestro cerebro, la próxima vez que estemos por dejar de lado un hábito positivo, el estudio de una materia, la práctica de un deporte o de un instrumento, podremos resignificar la experiencia para seguir adelante. Lo que ocurre es temporal y la perseverancia siempre termina venciendo la batalla.
Constancia, orden y disciplina son grandes aliados para lograr todo lo que nos propongamos en la vida. Sólo es cuestión de encontrar nuevos caminos que nos conduzcan a los mismos resultados. ¡Anímate a seguir adelante! Empieza hoy mismo el curso para manejar la frustración.

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