En las últimas décadas, Pixar se ha convertido en una mezcla entre tecnología, arte y éxito. Sus estrenos en salas de cine, Disney+ o cualquier otro medio, nunca dejan de asombrar y generan avalanchas de elogios, además de nuevos admiradores de todas las edades en todos los rincones del planeta.
Su historia tampoco ha pasado desapercibida. La empresa, creada por el mítico director George Lucas, como una división del área informática de Lucasfilm, fue comprada por el cofundador de Apple, Steve Jobs, y algunos años después se asociaría con la todopoderosa Disney, con el fin de reactivar y renovar el negocio de la animación de esta última.
El recorrido de Pixar parece de ensueño, pero las cosas no siempre estuvieron fáciles y a la par de ir innovando en tecnología y formas de contar historias, tuvieron que desarrollar nuevos procesos y métodos de trabajo que les permitieran mantenerse muy activos a nivel creativo y a flote, económicamente hablando.
Estas características que hacen de Pixar una compañía tan especial no son secretos realmente. Desde hace varios años vienen hablando en entrevistas sobre sus métodos de trabajo y logran exponerlos de forma muy clara en el libro ¨Creatividad S.A.¨ (Conecta, 2014) escrito por Amy Wallace y Ed Catmull, uno de los fundadores y presidente de la empresa.
Uno de sus pilares creativos es el Braintrust, que son reuniones que se celebran periódicamente para identificar problemas en las películas en desarrollo y buscar soluciones para seguir avanzando. En palabras de Catmull, CEO de Pixar: “el Braintrust hace la función del público”. Lo conforman directoras y directores, escritores y guionistas que comparten sus puntos de vista con el único fin de alcanzar la excelencia. Su esencia consiste en hablar con total franqueza del trabajo de sus compañeros ¡e incluso de sus jefes!
Fue justamente gracias al Braintrust que un gran artista como John Laseter dio con la historia de Toy Story después de haber sido despedido de Disney. En cada reescritura del guion, Laseter volvía a Woody cada vez más y más cascarrabias y celoso de su competidor Buzz Lightyear. Con el fin de aumentar la intensidad dramática, le estaban quitando frescura y humor característicos al simpático vaquero. Es decir, lo estaba echando a perder.
De no haber sido por la honestidad de sus colegas del Braintrust es probable que las dificultades del personaje hubiesen continuado más allá de la producción. Todos estos procesos demuestran que al interior de Pixar hay una intención vehemente de fomentar un ambiente creativo saludable donde la gente se sienta libre y tranquila de compartir sus ideas, opiniones y críticas, haciendo énfasis en promover la franqueza entre sus colaboradores.

Esta experiencia en el primer largometraje de animación creado totalmente en computador es otro de los tesoros, secretos o formas particulares de abordar un problema en Pixar, que además se enfrenta a arraigos culturales muy fuertes y está expresada en una frase simple y clara de Andrew Stanton, uno de los directores de la compañía: “Equivócate rápido”. Ed Catmull lo explica de esta forma: “Si una persona o una organización no están dispuestas a equivocarse, será muy difícil que la creatividad fluya y permita desarrollar proyectos brillantes. Por eso, cuanto antes, mejor.”
La equivocación es inevitable en cualquier proceso de resolución o creación y no hay manera de evitarlos. El punto es cometer errores, pero solucionarlos rápido. El fracaso no es lo opuesto a éxito, sino un escalón más en esa dirección.
Esto no solo aplica a la creación de películas, personajes, historias, animación, montaje audiovisual o comercialización de contenidos. Desde mi perspectiva, se trata de un concepto aplicable a la vida misma. Por eso me encanta ponerlo en práctica y compartirlo.
Ahora sí, a equivocarse sin miedo.

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