Story time del feedback que me rompió el corazón

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Hace ya varios años, recibí la propuesta de dar clase de álgebra en una Benemérita y Centenaria Escuela Normal(es decir, la escuela donde se preparan a los futuros maestros de primaria), y no podía estar más contenta. En ese momento no tenía trabajo y el álgebra siempre me ha gustado.

Puedo decir que yo era la maestra más feliz del mundo, preparando y dando clases. No tiene idea de lo que sentí, a las dos semanas, cuando pidieron hablar conmigo antes de clases, para decirme las fatídicas palabras, “Maestra, no nos gusta su clase, ya no queremos llevarla”.

Confieso que una parte de mí quería correr, llorar y esconderse, otra quería enojarse y gritarles. Pero había una tercera parte que dijo “No tenemos datos suficientes para hacer nada de eso”.

Con la mejor cara de poker que pude poner, mientas escondía los pedazos de mi corazón roto bajo el escritorio, les pedí que me explicaran mejor que es lo que estaba pasando.

-Usted va muy rápido, no estamos entendiendo nada. Nosotros nunca vamos a enseñar álgebra, no está en el temario de primaria. Entonces, ya no queremos su clase. - Dijo la representante, de la manera más simple que pudo.

En ningún momento de nuestra formación académica se nos enseña a dar feedback, mucho menos a recibirlo. Así como a veces somos presa del Síndrome del Impostor, otras veces es la soberbia de “si yo lo estoy haciendo, está bien hecho” la que nos domina. Dar un buen feedback es centrarse en hechos y áreas de oportunidad, no en apreciaciones personales. Y recibirlo, es tener apertura a la mejora y saber separar nuestro desempeño, de nuestra persona.

Por cierto que en Platzi tenemos dos cursos muy buenos para dar y recibir Feedback (Audio Curso para dar feedback y el Audiocurso para recibir feedback), te invito a que los tomes y que le pidas a tu equipo de trabajo que también lo haga. Busquemos de manera activa la mejora continua de nuestro trabajo y de nuestra persona. Solo de esta forma se logra hacer un cambio real y significativo.

Debo reconocer que las tres oraciones que resumen el descontento de mis alumnos, era un buen feedback y como tal, analizamos cada detalle buscando generar una situación ganar-ganar para todos.

-Ya no queremos su clase.

Este punto no estaba en discusión. Tanto la asignatura como el temario fueron creados por el Gobierno Federal, que es quien regula estas escuelas. Debemos aceptar que es normal encontrar puntos muertos. Hay cosas que no son susceptibles de cambio y tenemos que trabajar en las que sí.

-Usted va muy rápido, no estamos entendiendo nada.

Mi error era muy básico, yo estaba dando la clase de Álgebra que a mí me hubiera gustado recibir. Recordemos que no vamos a tratar a los demás como queremos que nos traten. Lo correcto es tratarlos como ellos quieren ser tratados. Y en el caso particular de mis alumnos, la mayoría tenía muy malas bases de matemáticas. Aquí sí teníamos una oportunidad de mejora. Además de bajar el nivel de dificultad de los problemas, me comprometí a ayudarlos a repasar los temas que no tenían muy bien aprendidos, como operaciones con fracciones, sistema hexadecimal y otros. No solamente pensando en que acreditaran la clase, sino además que se reconciliaran con las matemáticas.

-Nosotros nunca vamos a enseñar álgebra, no está en el temario de primaria.

En este punto, yo no di mi brazo a torcer y no les iba a dar la razón. El rehusarse a aprender algo bajo el pensamiento “nunca lo voy a usar” es un gran error. Ellos no estaban conscientes de que iban a egresar de una de las licenciaturas más competidas del país, y esos pequeños detalles, iban a ser los diferenciadores en su futuro. Pero el asunto es mucho más profundo, esta es una realidad para todas las carreras, profesiones y oficios. El miedo y la mediocridad son las barreras que verdaderamente nos impiden avanzar. Nuestra postura debe ser la contraria, buscar esos temas, esas habilidades que pueden ampliar nuestras habilidades y Nunca parar de aprender

Después de esta intervención, el ambiente cambio indiscutiblemente. Pudimos trabajar mejor y se notó una mejora en su desempeño y actitud. Los que antes eran reservados, ahora preguntaban y participaban más. Yo misma cambié mi forma de enseñar, enfocándome en otros aspectos y escuchándolos activamente. Por ejemplo los viernes integramos actividades ludicomatemáticas, para reforzar aprendizajes.

Me gustaría decirles que sigo en contacto con ellos, pero no es así, de todas maneras yo siempre les voy a desear lo mejor y espero que la enseñanza que les pude brindar, haya logrado un cambio en sus vidas.

Para finalizar, solo quiero pedirte que reflexiones ¿Qué tan abierto estás al feedback?” ¿Te pones a la defensiva cuando critican tu trabajo? ¿Evitas señalar áreas de oportunidad por miedo al conflicto que pudiera generar? Compártenos tus respuestas en los comentarios, nos encantará leerlas.

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