La gestión de talento ha experimentado una metamorfosis y estamos en el umbral de un nuevo paradigma. Según la consultora Mercer, antes el talento buscaba estabilidad, la empresa esperaba responsabilidad y el valor que había detrás era la lealtad; la renuncia voluntaria era vivida como traición.
Ahora, estamos ante un cambio radical en el cual la experiencia del empleado y su alineación con el estilo de vida son cruciales. Este cambio es esencial para afrontar los desafíos contemporáneos, entre los cuales la rotación de personal destaca como un indicador clave de la salud organizacional.
¿Hacia dónde va el nuevo paradigma de la gestión de talento? El trabajo será una gran experiencia alineada con el estilo de vida que cada colaborador elija para sí.
Hay compañías y estilos de liderazgo que permanecen en ese viejo paradigma. Sienten que los empleados tienen que trabajar bajo su control y poder.
Cuando priorizan cuestiones de la vida personal por sobre el trabajo tienen la sensación de que el empleado no está comprometido y protestan porque no son incondicionales con el proyecto o la tarea. Sienten que los empleados les deben lealtad y obediencia absoluta por el simple hecho de estar dándoles un trabajo remunerado.
De lo que no se dan cuenta es que eso afecta directamente el desempeño, la productividad y la rotación. Mientras los dos primeros bajan, la tercera sube sin parar.
En el pasado, la lealtad era el vínculo que mantenía a los empleados y empresas unidos. Sin embargo, las demandas actuales del talento van más allá de la simple fidelidad.
El engagement del empleado se convierte en la brújula, marcando el rumbo hacia un terreno donde la motivación altruista y la conexión con los valores de la empresa son fundamentales.
La gestión de equipos debe evolucionar hacia la autonomía, permitiendo que los colaboradores encuentren un propósito más allá de la tarea diaria.
El gran desafío para las compañías hoy es dejar de competir por la escasez de talento.
Haciendo la analogía con la estrategia del océano azul mencionada por Kim Chan, ese océano rojo hace que seamos una empresa más entre tantas otras y, al no contar con un diferencial, a nuestro talento le da lo mismo trabajar aquí o en otra empresa. La relación es meramente transaccional.
Ya no se trata de atraer y retener, sino de construir una cultura organizacional que resuene con el propósito y estilo de los empleados potenciales. La clave está en la conexión profunda con los valores y la esencia de la compañía, creando un océano azul donde la singularidad de la empresa se convierte en su mayor activo.
Conectar con valores, filosofía y esencia de la compañía para luego gestionar equipos dándoles autonomía. El talento que resuene con nuestro propósito y estilo, nos elegirá y se quedará con nosotros.
Por esto mismo, será relevante ofrecer condiciones laborales adaptadas a sus necesidades e intereses que están más allá del ‘dado por sentado’, salario, desarrollo de carrera y crecimiento profesional.
El NPS, tradicionalmente utilizado para medir la satisfacción del cliente, encuentra su equivalente en la experiencia del empleado.
La gestión de talento no puede ser efectiva sin comprender cómo se sienten los empleados.
Medir el ENPS no solo proporciona una instantánea de la moral, sino que también destaca áreas de mejora. Escuchar la voz del empleado se vuelve crucial para ajustar estrategias y garantizar un ambiente laboral gratificante.
El enorme desafío en la gestión del talento será combinar la productividad exigida por el negocio con la experiencia laboral gratificante que buscan las personas.
A veces, parecen incompatibles desde las urgencias del día a día, las presiones de los líderes e, incluso, por cuestiones legales hacen que el ideal se tope con una realidad compleja de combinar.
Lo cierto es que la transformación de paradigma ya está en marcha. El mismo talento que estamos incorporando a nuestras empresas espera que el trabajo sea mucho más que un simple trabajo.
Las empresas deben adaptarse para ofrecer condiciones laborales que trascienden el desarrollo de carrera convencional, ofreciendo oportunidades de aprendizaje para los empleados y conectando con sus necesidades e intereses individuales.
Estoy convencida de que es una excelente oportunidad para abrazar el cambio construyendo empresas más humanas, más altruistas y más conectadas con los valores que nos movilizan. Nos merecemos construir no solo un entorno empresarial más saludable sino también una mejor sociedad. Hacia allá vamos, ¡únete al viaje! Y empieza ya el Curso para Gestionar y Reducir la Rotación de Personal
🤓 Muy cierto el cambio de paradigma, lo confirmo.